Fue la primera incursión electoral del año en el que se va a definir su futuro político. Horacio Rodríguez Larreta puso primera como precandidato presidencial en recorridas y encuentros con vecinos y turistas en la Costa Atlántica. Se trató de su reaparición pública después de los días que pasó en el exclusivo country patagónico Cumelén, donde tuvo al menos tres encuentros -dos sociales y uno personal, extenso- con Mauricio Macri.
El jefe de gobierno porteño llegó a las playas bonaerenses en medio de las críticas del kirchnerismo -y de contenidas murmuraciones en la oposición- tras el pedido de licencia que presentó su ministro de Seguridad, Marcelo D’Alessandro, originado en la difusión de chats obtenidos de manera clandestina del teléfono celular. Por esa operación de inteligencia ilegal se revelaron supuestas conversaciones con Silvio Robles, vocero del presidente de la Corte, Horacio Rosatti, y con el empresario de las grúas, Marcelo Violante, entre otros.
Es la segunda vez en pocos días que el titular de un área tan sensible como la seguridad quedaba como blanco móvil del kirchnerismo. Por otra filtración clandestina, se conoció que D’Alessandro participó de un viaje con jueces, directivos de medios, empresarios y un agente de inteligencia a la estancia del magnate británico Joe Lewis, en Lago Escondido, en la zona cordillerana sur de Río Negro.
Antes de iniciar una recorrida por las playas pinamarenses, donde no se negó a ninguna selfie que le pidieron a su paso, Rodríguez Larreta defendió a su ministro de Seguridad, aclaró que no renunció sino que pidió una licencia -que supone un plazo para su regreso- y acusó al oficialismo de estar detrás de “un atentado a la privacidad”. Sin medias tintas, calificó como “un golpe tremendo a la democracia” la difusión de comunicaciones “íntimas”, y evitó ahondar en el contenido.
Infobae.