Los infectólogos coinciden que las subvariantes BQ.1 y BQ.1.1 de Ómicron, del coronavirus SARS-CoV-2, son las predominantes en el mundo y las de mayor poder de contagio. Cambian constantemente y acumula mutaciones en su código genético a lo largo del tiempo, haciéndose cada vez más perfecto para sobrevivir, y buscan infectar y contagiar más que incrementar su letalidad.
BQ.1.1 y BQ.1 se caracterizan por síntomas como dolor de garganta, secreción nasal, dolores musculares, tos y dolores de cabeza. Y suelen ser más prolongados en las personas que no están vacunadas.
Otros sintomas que presenta son la tos, la fatiga, malestar general, diarrea, congestión, sensación de falta de aire y la pérdida del olfato o el gusto. Y algo particular de esta variante es la aparición de pérdida de apetito, de afonía y de taquicardia.
Como sea, los síntomas siguen enmarcándose dentro de los habituales en los virus respiratorios más comunes, como los que causan los resfriados o la gripe, lo que hace que la enfermedad no sea fácil de distinguir.